Muebles en la literatura

En las novelas realistas del siglo XIX son frecuentes las descripciones de muebles. He leído hace poco la obra Papà Goriot, del autor realista Balzac, y recuerdo que se describía el interior de una casa, la casa de los Vauquer, en un barrio parisino.

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Ojeando el libro he encontrado dicha  descripción: “Frente a la ventana se veía una de esas cómodas de madera rosa con el vientre hinchado, que tienen las patas de cobre retorcidas en forma de sarmientos, decorados con hojas o flores; un mueble viejo de madera, sobre el que había una jarra de agua en su platillo y todos los utensilios necesarios para afeitarse. En un rincón, los zapatos; junto a la cabecera de la cama, una mesilla de noche sin puerta ni mármol; en el rincón de la chimenea, en la que no había ni rastro de fuego, se encontraba la mesa cuadrada, de madera de nogal, una de cuyas patas había servido a papá Goriot para desnaturalizar su sopera de plata dorada. Un mal escritorio sobre el cual estaba el sombrero del pobre hombre; una butaca de paja con el asiento hundido, y dos sillas completaban aquel miserable mobiliario.”

 Al igual que esta magistral descripción de distintos muebles que conforman una estancia, tenemos detalladas descripciones en: Madame Bobary, de Gustave Flaubert; La Regenta, de Leopoldo Alas “Clarín”; Fortunata y Jacinta, de Galdós, etc.

Texto: Rita Ramilo.

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